Cuando una persona acusa a otra de violencia doméstica, la otra suele alegar que el maltrato era mutuo, es decir, que ambas partes eran igual de violentas entre sí y se hacían daño por igual.
Si el caso llega a los tribunales, algunos profesionales de la salud mental están dispuestos a dar testimonio que corrobore una alegación de abuso mutuo. Otros, sin embargo, niegan su existencia.
CNBC cita el Directora General de la Coalición Nacional contra la Violencia Doméstica que no cree en el maltrato mutuo o reactivo. Más bien afirma que, en toda relación abusiva, hay un "agresor primario" que instiga la violencia. Tanto los tribunales como el público pueden suponer de entrada que el agresor principal es un hombre, pero las pruebas no siempre lo confirman.
A menudo ocurre que, cuando hay malos tratos en una relación, ambas partes actúan con violencia. Sin embargo, eso no significa que el maltrato sea mutuo o reactivo. Más bien, suele significar que un individuo instiga la violencia y el otro actúa en defensa propia.
La autodefensa puede parecer abuso. Sin embargo, el maltrato es algo más que violencia física. El maltrato implica que una persona ejerza control sobre la otra. Para que eso ocurra, tiene que haber un desequilibrio de poder en una relación. El maltrato mutuo sólo podría darse si el equilibrio de poder en una relación cambiara de forma regular, favoreciendo primero a una parte y luego a la otra. Esto es poco probable porque, una vez que un maltratador tiene el poder, hace todo lo posible por conservarlo.
Puede ser difícil distinguir entre un superviviente y un maltratador, desde una perspectiva externa e incluso para las personas implicadas en la relación. Una diferencia clave entre ambos, según la National Domestic Violence Hotline, es que un superviviente reconoce que el patrón de conducta en la relación no es saludable y está dispuesto a reconocerlo.
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